Esquizofrenia

La esquizofrenia, es el trastorno psicótico más importante por su gravedad, que repercute en todos los ámbitos de la persona que lo padece, así como tener un gran impacto en las personas que rodean al paciente.

Es un trastorno clásicamente caracterizado por la presencia de alteraciones en la percepción de estímulos (alucinaciones, sean auditivas, visuales) y por ideas delirantes (o delirios) que consisten en tener la firme convicción de alguna situación que no es real (no importa sea una situación posible o no), algunos ejemplos de esas ideas pueden ser relacionadas con recibir algún daño, ser vigilado o perseguido, que alguien más pueda “leer” o controlar sus pensamiento, y otros menos frecuentes como tener la firme convicción que uno tiene habilidades especiales (o “superpoderes), o de saber que se padece alguna enfermedad.

Las personas que padecen esquizofrenia, además de los anteriores síntomas, pueden presentar también problemas en su estado de ánimo, como lo es el aplanamiento afectivo (cuando el paciente pudiera aparecer “frío, sin emociones”). También, a menudo se empieza a buscar atención médica cuando la persona presenta errores de juicio, mostrando conductas extrañas (risas sin motivo, hablar solo, descuido de higiene) y sin sentido, que incluso
pueden poner en riesgo su integridad o de otras personas.

Algunos (la minoría) pueden llegar a tener conductas agresivas tanto a su persona (autolesiones, intentos suicidas) como a otras personas, a menudo motivado por el contenido de las alucinaciones y/o delirios. Por el riesgo a su integridad o a otras personas, las personas con esquizofrenia que se encuentren agotados o agresivos deben ser evaluadas por especialista para calificar su riego y determinar si el mejor manejo requiere hospitalización o aún puede ser manejado ambulatoriamente (en casa).

El manejo una vez resuelta la crisis, es ambulatorio y el paciente mientras en control, puede recuperar en buena medida su funcionalidad.